Descripción
Propiedades de la calabaza
Las calabazas, especialmente las variedades de otoño e invierno, proporcionan vitaminas y minerales esenciales sin aportar apenas calorías.
Esta hortaliza presenta una gran riqueza vitamínica, especialmente de betacaroteno o provitamina A y de las otras dos vitaminas antioxidantes, la C y la E.
También proporciona licopeno, el mismo pigmento antioxidante del tomate, y varias vitaminas del grupo B, (B2 y B6 y ácido fólico).
Entre sus minerales destacan el potasio, el fósforo, el magnesio, el hierro y el cinc. Aparte de poco calórica, es uno de los alimentos más medicinales de nuestra huerta.
Por su composición nutricional, la calabaza es aconsejable en todas las etapas de la vida, especialmente en la infancia, pues contribuye al buen estado de la piel, los huesos y los dientes, así como del sistema nervioso y el aparato digestivo.
Resulta muy recomendable durante el embarazo y la lactancia. Es, además, un alimento conveniente en caso de diabetes, pues aunque sea dulce, sus azúcares se absorben lentamente y no sobrecargan el páncreas. Consumida habitualmente puede resultar beneficioso en muchos otros trastornos de salud:
• Aparato urinario: cistitis, prevención de cálculos renales, retención de líquidos, insuficiencia renal.
• Sistema cardiovascular: hipertensión arterial, prevención de la angina de pecho, mantenimiento de nivel adecuado de colesterol y anemia.
• Sistema inmunitario: infecciones crónicas, gripe, prevención de enfermedades degenerativas.
• Aparato digestivo: gastritis, úlcera gastroduodenal, estreñimiento, parásitos intestinales.
• Sistema nervioso: ansiedad, estrés, depresión, insomnio.
• Enfermedades metabólicas: obesidad y exceso de ácido úrico.
• Aparato respiratorio: faringitis, laringitis, bronquitis, asma.
• Salud ocular: fotofobia, ceguera nocturna, cataratas.
• Salud masculina: hipertrofia benigna de próstata, prevención del cáncer de próstata,
• Prevención del cáncer: sobre todo de colon, vejiga, próstata, pulmón y útero.
La calabaza en la cocina
La calabaza es la cenicienta de las hortalizas: humilde pero brillante en su paso por la cocina… y es que pueden elaborarse infinidad de recetas con calabaza llenas de sabor, aroma y color.
Se emplea en numerosas preparaciones culinarias: en crema, sopas, caldos, purés, al horno, hervida, salteada, rehogada, gratinada, para dar color a un estofado o como guarnición de carne, en un pastel o en flan, sobre la pizza, como relleno de raviolis o canelones, o como guarnición de un arroz pilaf, una legumbre o una pasta.
También se usa para preparar confituras, arropes o mermeladas. El cabello de ángel con el que se rellenan dulces y pasteles se elabora con la variedad confitera.
Pero la pulpa cocida de la calabaza es también un ingrediente principal de tartas, pasteles y budines.
CÓMO COCER LA CALABAZA
Antes de usar la calabaza conviene limpiarla con un paño húmedo. Para cocinarla hay varias opciones:
- Se puede asar al horno cortada por la mitad y sin semillas, y luego vaciar la pulpa, triturarla y emplearla en cremas, sopas o purés.
Cortada a rodajas y asada al horno con miel y especias ofrece una receta dulce deliciosa y fácil de preparar. - O se puede trocear y dejarla limpia de piel, semillas y fibra antes de cocinarla al vapor o hervirla.
No conviene cocer la calabaza en exceso, máximo unos 20 minutos; así se preservan su sabor y sus nutrientes.
Las especias y plantas aromáticas le sientan bien tanto en preparaciones dulces como saladas: canela, vainilla, anís estrellado, cardamomo, comino, jengibre, tomillo, orégano, romero, hinojo, cilantro, cebollino, albahaca, pimienta… También el curry se emplea con éxito, sobre todo en las sopas.
La naranja, ya sea su piel o el zumo, le da un toque ácido. Y la salsa de soja sirve perfectamente para condimentarla: cortando la pulpa en dados grandes y macerándola en un aliño de salsa de soja con plantas aromáticas, ajo y anchoas se obtiene una calabaza exótica y muy sabrosa como entrante o guarnición de un salmón, seitán o pollo.
CONSERVACIÓN DE LA CALABAZA
Para elegir una buena calabaza de otoño conviene fijarse en la piel. Si es lisa y fina, puede estar un poco verde.
Las mejores son las de piel gruesa pero intacta, con el pedúnculo, y un peso elevado en relación al tamaño. Así aguantarán varios meses, aunque siempre es mejor consumirlas en su punto.
Para conservarlas lo ideal es un lugar fresco y seco. Una vez partidas, en la nevera duran al menos una semana, cubiertas con film, tapando la piel, o guardadas en una bolsa perforada